Los dos primeros hábitos que adquieren los niños son la alimentación y el sueño. El post de hoy lo vamos a dedicar al sueño y a la importancia que tiene, tanto para los adultos como para los niños.
Vamos a comenzar explicando brevemente ¿qué es el sueño? El sueño es un estado fisiológico activo y rítmico que se alterna cada 24 horas con el otro estado de conciencia, que sería la vigilia. Del mismo modo que la alimentación, el sueño, es un elemento imprescindible para nuestra vida y el buen funcionamiento de nuestro organismo, por ello es importante establecer un buen hábito.
Investigaciones estiman que 3 de cada 10 niños tiene problemas para dormir, como insomnio, pesadillas, terrores nocturnos…. Consecuencia de los malos hábitos. Los problemas del sueño repercuten en el carácter del niño, en la tolerancia a la frustración, cansancio, sensación de fracaso, incluso pudiendo llegar a perjudicar el desarrollo neuro-cognitivo.
Entonces, ¿por qué es tan importante el sueño?, para empezar, el sueño es una función vital para el desarrollo de la vida, una de sus principales acciones es restaurar el equilibrio entre los centros neuronales. De la misma manera que la alimentación, su falta, puede perjudicar a los procesos de aprendizaje de los niños y por último tanto la atención como la concentración se pueden ver afectadas.
Durante la noche, el sueño pasa por varias fases, cada una de ellas se asocia con una actividad cerebral particular, en la fase de mayor actividad que es en la que se producen los movimientos oculares rápidos (fase REM) es en la que tienen lugar los sueños.
Aunque estemos dormidos, nuestra mente sigue en funcionamiento, durante el sueño continuamos organizando y asimilando información, imágenes, pensamientos… Cómo bien podemos ver en el cuadro anterior, es en la fase REM en la que soñamos con imágenes e historias, por tanto, las pesadillas también tendrían lugar en esta fase.
Generalmente las pesadillas aparecen entre los 3 y 6 años, aunque pueden llegar aparecer incluso a los 2 años de edad. Además de las pesadillas, sobre esas edades también pueden aparecer los llamados “Terrores nocturnos”, que a diferencia de las pesadillas no se dan en la fase REM, estos ocurren dos o tres horas después de que el niño concilie el sueño. Es una reacción súbita de miedo que tiene lugar durante la transición de una fase de sueño a otra, desde un punto de vista técnico no se considera un sueño y pueden aparecer hasta los 14 años.
En la mayoría de los niños, los problemas de sueño, como veníamos diciendo anteriormente, suelen estar relacionados con hábitos irregulares de sueño o con ansiedades, estas aparecen normalmente en el momento de irse a dormir ya que para ellos representa la hora de separación de los padres. Hay niños que tienen pesadillas de forma seguida, otros solo de vez en cuando y otros no llegan a tener pesadillas.
A continuación, os proponemos varias recomendaciones que son importantes para establecer un buen habito de sueño:
- La habitación debe permanecer a oscuras, hay algunos niños que con total oscuridad no pueden dormir, para ello se recomienda una pequeña luz que le permita no estar totalmente a oscuras, pero que tampoco le moleste para dormir.
- La temperatura no debe estar ni muy lata ni muy baja.
- Controlar el ruido ambiental del momento en el que se va a dormir para que sea lo más bajo posible.
- No darle un exceso de líquidos antes de acostarse, ya que eso favorecerá que se despierte en mitad de la noche.
- No es recomendable amenazarle con irse a dormir, ya que lo puede asociar con algo negativo.
- Hay muchos niños que para poder dormirse necesitan una manta o muñeco especial, que para ellos simboliza el padre ausente y les tranquiliza.
- Con 2 o 3 años no es nada recomendable que se duerman en brazos ni tampoco viendo la T.V. Hay que tener en cuenta que a partir de una edad se acostumbran enseguida a lo que les gusta.
- Si se despierta por la noche, hay que evitar cualquier tipo de enfado o amenaza, ya que esto los agitará aún más, con tono suave y tranquilizante hay que explicarles que aún es de noche y que se deben dormir de nuevo.
- Siempre que se vayan a dormir, que lo hagan en el mismo lugar, es decir, misma habitación y misma cuna o cama.
- Y, por último, que se haga siempre de la misma menara, es decir, siguiendo siempre la misma rutina, por ejemplo, cenar, dientes, juego, cuento y a dormir.
En general, el establecimiento de rutinas es importante para los niños, en este caso sería acostarles y despertarles siempre a la misma hora y recordarles 5 minutos antes de que se acueste que tendrá que irse a dormir. Los profesionales recomiendan que a medida que vaya llegando la hora de ir a la cama realizar con ellos actividades muy excitantes y por supuesto, procurar evitar alimentos como el chocolate o bebidas excitantes.
El siguiente cuadro nos muestra las horas aproximadas que necesitamos dormir en función de la edad en la que nos encontramos, también hay que tener muy en cuenta que depende mucho de cada persona.
De la misma manera que los niños, nosotros como adultos también necesitamos unos buenos hábitos para el sueño, muchos de ellos los podemos aplicar de los anteriormente descritos, como controlar el sonido ambiental, dormir siempre en el mismo sitio, no ver la TV o el móvil justo antes de acostarnos, no tener luz que nos moleste, no beber o comer mucho, etc.
Termino este post con una frase de Einstein “El secreto de la creatividad está en dormir bien y abrir la mente a las posibilidades infinitas”, espero que os haya gustado.
Ana Martínez
Psicóloga colegiada M-32684
Responsable de Programas y Talleres de Equidae