Ir al Psicólogo

Durante la última sesión de #prácticas estuvimos hablando sobre el hecho de ir al #psicólogo, en concreto, sobre cómo todavía no es algo que esté normalizado en nuestra sociedad, aún en muchos casos se sigue viendo como un #tabú. Aunque cada día avanzamos un poco más, todavía no somos capaces de equiparar ir al psicólogo con ir al médico. ¿Por qué en cuanto nos duele la garganta cogemos el teléfono y pedimos cita al médico de cabecera y no pasa lo mismo cuando no nos sentimos bien a nivel #emocional?

Creo que una de las cosas que más pena me da de todo esto, es que muchas veces dudamos sobre si ir al psicólogo por miedo, desconocimiento o porque no entendemos bien en qué consiste, creo que de las preguntas más frecuentes que me han hecho es, ¿y qué le digo de primeras si no le conozco de nada? También porque consideramos que es un recurso sobre el que echar mano cuando hemos llegado al límite, pero la realidad no es ésta, no hace falta esperar tanto.

Y por todo ello, hoy os vengo a contar mi propia experiencia en terapia, qué significó para mí.

Para empezar, creo que estaría bien explicar un poco quién soy. Soy una chica joven, completamente normal ante los ojos de cualquier persona, pero creo que, en este caso, cabe destacar que soy estudiante de psicología y esto me ayudó mucho a la hora de tomar la decisión de ir a terapia porque para mí era algo normal, bueno y conocido.

También fue de gran ayuda el apoyo de mi familia, sin preguntas o explicaciones innecesarias. Al mismo tiempo, mis amigos fueron un gran pilar, nunca lo juzgaron, de hecho, me animaban a ir e incluso tenían curiosidad.

Ahora que ya sabéis un poco más sobre mí, aquí va mi experiencia. Esta carta la escribí el último día de terapia para mi #psicóloga.

Carta de despedida:

Mientras pensaba como empezar esta carta he recordado una explicación de clase sobre ciertos límites que debe establecer el terapeuta con el paciente. He recordado como en clase te empapas de teoría y después llega la práctica, vives en tus propias carnes aquello sobre lo que has estudiado y ves que es parecido, pero mucho mejor cuando lo vives y entiendes de verdad todo aquello que has estado estudiando.

En primer lugar, esto viene al caso porque quería empezar esta carta con lo segundo que se me viene a la mente cuando pienso en que este proceso terapéutico se termina: te voy a echar de menos. Viene al caso porque no sabía si decirte esto era poco “profesional” o “incomodo” para ti, pero he caído en que soy la paciente, no la terapeuta.

En segundo lugar, viene al caso porque quería darte las gracias por cómo me has tratado desde el primer momento en que te llamé siendo una chica que no se encontraba del todo bien, que se sentía bloqueada y que se ahogaba en un vaso de agua.

Supongo que suena como un cliché (esos que no te gustan como: “pasa del tema que la vida son dos días”). Pero mi cliché lo siento de verdad y es que, gracias a la terapia, a ti y a mí, mi vida ha cambiado. Ha dado un giro de 180º, no ha dejado de haber días malos, ni malestar, ni dolor… pero he aprendido a quedarme con todas y cada una de las cosas que pasan por mi vida, a quedarme con cada emoción que aparece, cada pensamiento, cada sonrisa y cada lagrima, a quedarme para darles un sitio en mi historia y por lo tanto en mi.

Ahora veo que hay situaciones en las que no tengo ningún control, otras en las que puedo hacer algo ya sea mucho o poco. He aprendido que las emociones tienen estados, que mejor tomar decisiones cuando las emociones no están disparadas. He aprendido que mi vara de medir no es la misma que la de los demás. Que el 5 puede ser lo mejor del mundo porque nadie me dice que sea un 10. He aprendido que la vida es cíclica, que todo pasa y que mucho pasa mejor si nos permitimos a nosotros mismos.

Gracias a ti (a la psicología pensarás tú), me he empapado de una forma de ver la vida completamente colorida, colorida porque he pasado de ver la vida en blancos y negros a darme cuenta de que la vida es una gama de colores, porque cada persona piensa, siente o afronta de una manera distinta.

También he aprendido que la vida es un continuo no saber que va a pasar y he podido conocer lo bonito de vivir así, sin saber qué narices va a pasar y gracias a ello querer disfrutar de cada momento.

Ahora quería hablarte de lo primero que me viene a la mente cuando pienso en que este proceso llega a su fin y es que tengo ganas, que quiero descubrir que me espera en un futuro, que tengo ganas de vivir lo que tenga que venir. Creo que estoy preparada, pero sobretodo se que quiero saberlo enfrentándome a ello.

Y aquí viene otro aspecto relacionado y es el hecho de que me hayas ayudado a vivir sin miedo, a sentirme libre de decidir, sin peso, sin cadenas o pasajeros de autobuses que me amedrenten (al final me marcó esa tarea).

Pienso en ti y me pongo contenta, pienso en lo bien que me has hecho durante estos meses, en cómo has sido apoyo, cariño, comprensión y reto. Porque no me decías lo que quería oír sino lo que debías decir para que yo misma encontrase las respuestas o me diese cuenta de que no hacía falta encontrar respuesta.

Has calado tanto que durante estos meses cuando tenía que enfrentarme a alguna situación simple o complicada recordaba nuestras sesiones, recordaba todos los consejos, las metáforas o las preguntas que me hacías. Has sido una guía para mí, has puesto una base firme a mi persona, una base sobre la que seguir creciendo porque es una base sólida, fuerte e imperfecta porque la perfección ya no la quiero. Prefiero reírme de mis propios errores, es mucho más divertido. Como nuestras sesiones de terapia, que siempre ha habido alguna risa sino es que muchas. Qué bien sentaba esa hora a la semana para mí.

Tendría tanto por lo que agradecerte. Pero se resume en: gracias por haber sido la persona que me ha acompañado durante este proceso que ha cambiado mi vida.

Te voy a echar de menos.

Pd.: no me olvidaré de mis valores, los tendré presentes para que guíen mi vida.

Espero que si alguien que lea este #blog se siente identificado con lo que ha leído, se anime a preguntar, a coger el teléfono y llamar para cuidarse a sí mismo, igual que nos cuidamos comiendo sano o yendo a hacer deporte.

Sofía Benavides

Alumna en Prácticas en Equidae

Universidad Pontificia de Comillas

Grado de Psicología

Sigue leyendo en esta categoría...