Algunos me diréis que alguien que se tira en paracaídas desde un avión; otros, tal vez me describáis a una persona que deja todo para emprender una nueva vida en otro país o hasta podemos pensar en un cuidador de animales salvajes. Si os dais cuenta, el calificativo de valiente, en definitiva, es digno de diversos contextos y personas.
Hoy os traigo el que para mí es uno de mis valientes favoritos. Aunque, a decir verdad, mi admiración va dirigida a todos, a los genuinos, a los de verdad, a los que “miran la cara al miedo” como dijo Nelson Mandela: “Aprendí que el coraje no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él”.
Los valientes no se esconden ni huyen de aquellas experiencias vitales que suscitan miedo, angustia o desconcierto, todo lo contrario, trabajan duro para hallar un significado y a ser posible una solución. Si no lo logran, buscan la manera de acomodarlas en un lugar de su corazón donde duela menos. Hablo de los valientes de alma y espíritu.
¿Cómo reconocer a estas personas? Los valientes emocionales no se esconden huyendo del miedo, al contrario, nos invitan a la reflexión para tener una relación más sana y menos amenazante con una #emoción suscitada por circunstancias o experiencias vitales, que pueden ir desde afrontar una pérdida hasta combatir inseguridades personales o profesionales. Por todo ello, permitidme que este #post sea un #homenaje a todos los valientes emocionales.
Por dónde íbamos, ah, sí, ¿cómo reconocemos a un valiente de espíritu?, ¿qué aspecto tiene?, ¿qué características?, ¿cuáles son sus recursos para que el miedo no le venza?
Los valientes de espíritu…
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- Son personas que no tienen problema en reconocer esa emoción y no la consideran, en absoluto, un signo de debilidad; una forma de pensar inteligente por su parte, ya que el miedo forma parte del grupo de las 6 emociones básicas que todo bicho viviente tiene, así que, ojo spoiler, negarla o esconderla no vale para mucho.
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- Un valiente de espíritu te dirá que, por experiencia, si bien la emoción del miedo resulta desagradable y amenazante, no mata, todo lo contrario, es una garantía de supervivencia porque nos alerta de un posible peligro. Es muy importante tener en cuenta que el miedo se vuelve paralizante si le damos una interpretación errónea. Si ante una situación que nos suscita esa emoción la percibimos como algo imposible de afrontar y que, además, nos auto-convencemos de que no contamos con las herramientas para hacerle frente, el #miedo se convierte en un serio enemigo. Con esto quiero deciros que el problema no es sentir miedo o enfado, por ejemplo, sino la mala gestión de esas emociones.
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- Otra cualidad que reconoceréis en un valiente de espíritu es su capacidad para no huir o esconderse de las situaciones o sentimientos que producen temor y, ¡atentos!, que aquí viene lo que para mí es esencial y que en consulta veo a diario: los estragos que causa esconderse de los sentimientos de angustia, miedo o desazón; en #psicología lo llamamos “Evitación experiencial”.
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- Hay otro tipo de miedo a los que se enfrentan nuestros valientes de espíritu: el sufrimiento emocional. Cuando pensamos en miedo solemos relacionarlo, como os he contado más arriba, en algo externo a nosotros, pero existe también el miedo a sentir y a sufrir por ello. Si vuestra estrategia de afrontamiento es evitar conectar con las emociones desagradables y dolorosas que suscitan una situación vital estresante, siento llevaros la contraria, agravaréis significativamente el problema y el malestar.
Os lo explico un poco mejor…
Una situación vital estresante, como una pérdida de un ser querido, conlleva emociones desagradables como el #miedo, la #angustia, la #culpa, el #desconcierto, la #incertidumbre… son sentimientos inevitables, a menos que seamos un muñeco de cartón piedra. El problema se agrava si no aceptamos esa realidad e intentamos cubrirla como sea, porque que lo único que logramos es posponer nuestro deber de enfrentarnos a ella y que el miedo se haga cada vez más poderoso.
¡Súper recomendación!, hagamos caso a los expertos en gestión del miedo emocional:
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- Permítete reconocerlo, no lo escondas debajo de la alfombra.
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- Permítete reconocer que asusta, pero también háblate y di: esto no me mata, solo asusta.
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- Pide ayuda, comparte, expresa, no tapones la emoción y el daño será menor.
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- Rendirte ante la evidente presencia de una emoción lógica, evita que aumente la carga emocional en la lucha interna por esconder la emoción.
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- Por último, no desesperes, que el dolor emocional pasará, pero hazme un favor, ocúpate de él, no le des la espalda.
Y hasta aquí mi #reflexión sobre el miedo emocional y mi reconocimiento a los valientes de espíritu.
P.D.: Quién se apunta a seguir su ejemplo ocupándonos de nuestras emociones y si es necesario, buscar ayuda.
Un abrazo enorme a todos,
Ana S. Preysler
Ceo Equidae Psicología