Con la llegado del final del verano o de un periodo de descanso, muchas personas experimentan una mezcla de emociones al tener que volver a enfrentarse a la rutina del día a día. Este proceso, aunque natural, puede tener implicaciones psicológicas importantes que vale la pena indagar.
Durante las vacaciones, los horarios de sueño, alimentación y actividad física suelen alterarse, por lo que volver a madrugar y cumplir con las obligaciones puede generar fatiga y estrés.
La vuelta al trabajo o a las responsabilidades cotidianas pueden percibirse como una pérdida de autonomía, lo que afecta a la motivación y el bienestar emocional.
Por otro lado, la mente también tiende a idealizar el periodo vacacional, lo que puede generar insatisfacción. Volver a la rutina se puede percibir como algo monótono o exigente.
Sin embargo, existen aspectos positivos de volver a la rutina, tales como:
La recuperación de la estructura que proporciona la rutina. La rutina proporciona orden y organización lo que ayuda a reducir la ansiedad y mejorar la productividad.
Volver a la rutina también nos ayuda retomar proyectos, metas y hábitos saludables. Esto a su vez nos ayuda a generar una sensación de crecimiento y desarrollo profesional.
Aunque las vacaciones son placenteras, a nivel social y emocional, la rutina nos permite mantener relaciones sociales estables, hábitos saludables y una vida más equilibrada. El regreso puede ser un buen momento para introducir cambios positivos, tales como nuevos hábitos, mejorar la gestión de nuestro tiempo, o incluso replantearse metas u objetivos laborales y personales.
Recomendaciones para una vuelta a la rutina saludable:
Que podemos hacer, que nos ayude a que la vuelta de la rutina no sea tan tortuosa:
- Planificar el regreso con antelación: puede ser positivo evitar volver de vacaciones justo el día previo de reincorporarse al trabajo, la mente necesita un periodo de adaptación al propio contexto.
- Incorporar actividades placenteras a la rutina: como actividades recreativas, ejercicio o pasar tiempo de calidad con seres queridos.
- Practicar la gratitud: enfocarse en los aspectos importantes de la rutina y en los buenos momentos vividos durante el periodo de las vacaciones puede ayudarnos, puede ayudarnos a llevar mejor la vuelta a la rutina
- Establecer metas realistas: no intentar abarcar o recuperar todo el trabajo pendiente de golpe, sino ir poco a poco.
El síndrome postvacacional no es un signo de debilidad, sino una respuesta natural del cuerpo y de la mente ante un cambio brusco del ritmo de nuestra vida. Reconocerlo y entenderlo es el primer paso para gestionarlo, de la mejor manera que nos sea posible.
Volver a la rutina puede ser incómodo, pero también es una oportunidad para revisar nuestros hábitos y estilos de vida y volver a reconectar con nuestros objetivos para tener una vida más estable y equilibrada. No se trata de resignarse, sino de transformar la rutina en un espacio que nos nutra y nos haga sentirnos bien.
¡No estás solo en esto! Escucha tu cuerpo, respeta tus emociones y date permiso para adaptarte poco a poco
Vanesa Delgado García
Psicóloga Sanitaria
Col. M-19622