“1 de cada 3 trabajadores sufre o sufrirá el síndrome postvacacional al volver al trabajo”
Fuente: ADECCO
¿A quién no le suena este término a estas alturas del año? Y si no le ponías nombre seguro que te suena familiar esa tristeza, falta de energía, frustración, amargura y ganas de patalear que entra cuando es inminente (nos guste o no) la “vuelta al cole”. Se acabaron los baños (aunque hayan sido con medusas), los sex on the beach, la ausencia de horarios, de prisas y de “tienes que”, el dormir a pata suelta y el tapeo sin remordimiento. Todo esto es igual a septiembre… ¿y en qué mes estamos?, pues eso, depresión postvacacional.
Y me diréis, «joe» Ana, parece mentira que seas psicóloga (eso nos lo dicen mucho, por cierto), vaya manera de hundirnos más el ánimo. Pues no amigos, esa no es mi intención pero en cambio si es simular lo que hacéis vosotros mismos en vuestro diálogo interno y que no ayuda en absoluto al estado de ánimo o, ¿no me vais a reconocer que es lo que lleváis rumiando desde el 1 de septiembre?, “qué asco, volver a la rutina, el trabajo, las responsabilidades”. Hashtag “seacabolobueno”, hashtag “depresionpostvacional”, hashtag (emoticono lloroso)… ¡pero vamos a ver!si es un auto boicot en toda regla!
Ponerle fin a las cosas buenas nunca apetece pero cuando ese fin es inevitable podemos elegir dos caminos, bueno, en realidad tres. Opción A: el de la pataleta, tirarme al suelo, maldecir mi vida y llorar por las esquinas; Opción B: la resignación, no hago todo lo anterior pero deambulo como alma en pena todo el mes de septiembre hasta que mi cuerpo se acostumbre a la vuelta a la rutina; Opción C: aceptar que empieza una etapa nueva que puede ser estupenda y principalmente no vivirlo (y mucho menos pensarlo) como una catástrofe nuclear.
La opción C es la que eligen de forma más sencilla las personas con mejor tolerancia a la frustración y también las más resilientes. Todas esas sensaciones asociadas a lo que conocemos como “depresión o síndrome postvacacional” aparecen porque nos negamos y luchamos contra la idea de que algo bueno termina, como hacen los niños pequeños, y peor que ellos, porque encima nos regodeamos en esas emociones negativas. Los niños son auténticos maestros del “Carpe Diem” (aprovecha el momento).
Yo os propongo para comenzar este nuevo curso que más allá de los típicos consejos de volver antes de vacaciones, hacer deporte o dormir bien, que busquéis nuevas ilusiones y proyectos para la nueva etapa o identifiquéis y os sintáis orgullosos de las cosas buenas que ya tenéis y en algún momento les dejasteis de dar valor.
No hace mucho alguien me llamó “friki” por emocionarme con una peli de animación, “pero, ¡si no son de verdad!”. Pues si así se llama puedo decir que me siento súper orgullosa de ser una “friki” si eso implica que a mis 35 años me siguen haciendo ilusión las pequeñas cosas y como no, las nuevas etapas. Comienza un curso nuevo, amigos, cargado de un montón de cosas y cada uno de nosotros tenemos la clave de convertirlo en algo maravilloso.
¡Feliz reencuentro postvacacional!
Ana Preysler
Psicóloga colegiada M-23895
Especialista en clínica Infanto-Juvenil