Ya desde principios del siglo XX se comenzaron a usar diversos animales con fines terapéuticos, por los beneficios físicos, psicológicos y sociales que proporcionan.

Cada vez son más los estudios que demuestran que los profesionales de la salud que se apoyan en animales como co-terapeutas en el desarrollo de sus terapias obtienen cambios positivos en sus pacientes. Su relación con los seres humanos permite mantener o mejorar la calidad de vida de las personas.

A este tipo de intervención se le conoce como Terapia Asistida con Animales (TAA) y se define como una intervención diseñada para mejorar el funcionamiento cognitivo, físico, social y emocional de un paciente, con objetivos específicos y delimitados en el tiempo, en la cual se emplean animales como elemento facilitador.

La TAA se basa en los fuertes lazos humano-animal, que es lo que se denomina en psicología como vínculo, fundamental para el buen desarrollo de cualquier terapia.

Se utiliza en diversos ámbitos como el autismo, el apoyo de menores en juzgados, adolescentes en situaciones de riesgo, adultos mayores con demencia, personas con alteraciones neuropsicológicas o con trastornos psiquiátricos, distintas discapacidades, apoyo en cárceles, etc., debido a que son muchos los beneficios que se pueden lograr gracias a los animales en las terapias o intervenciones:

• Beneficios cognitivos (atención, comprensión, observación, memoria).
• Beneficios físicos (psicomotricidad, reconocimiento del esquema corporal, coordinación, estimulación sensorial).
• Beneficios personales (autoestima, autonomía, independencia).
• Beneficios emocionales (empatía, autocontrol, sensibilidad).
• Beneficios sociales (trabajo en equipo, relaciones sociales).

Aportan una mejoría en el funcionamiento social-interpersonal, así como en la ejecución de las actividades de la vida diaria y el bienestar general. Demostrando así que la participación de los animales como co-terapeutas puede ser de gran utilidad para el tratamiento de diversas enfermedades o problemas psicológicos.

En Equidae llevamos 8 años disfrutando de los enormes beneficios que los ponis y los caballos proporcionan a nuestros pacientes. Pero hoy me gustaría centrarme un poco más en la Terapia Asistida con Perros, dónde son los canes los que participan en las sesiones.

¿Qué es un perro de terapia?

Es un perro seleccionado según unas cualidades físicas y mentales, y unas aptitudes determinadas, específicamente entrenado para desempeñar una función de apoyo como elemento facilitador en el desarrollo de programas terapéuticos, educativos, asistenciales y/o de ocio.

¿Qué características debe tener?

Debe de ser confiado, sociable, equilibrado, dócil, fiable, seguro de sí mismo y estar completamente sano.

La raza, el tamaño o la edad no son algo determinante. Sí es cierto que hay razas que están predispuestas a dar con más facilidad ciertas conductas que son muy útiles en terapia, como puede ser el cobro (llevar objetos en la boca) en razas como el Labrador Retriever. La edad no es un determinante, pero sí algo a tener en cuenta, ya que va a influenciar en su predisposición y capacidad de recuperación.

Lo que sí es muy importante en un perro de terapia es:

• La aptitud: que va a depender de sus sensibilidades o intensidad de respuesta ante estímulos, y deben de ser medias.
• La actitud: va a depender del entrenamiento y las habilidades que el entrenador o técnico lleve a cabo con el perro.
• La socialización: es el periodo que va desde la semana 3 a la 16, durante el cual el cachorro formará un esquema mental y emocional duradero, por lo que es imprescindible una buena sociabilización para que el perro de terapia sea emocionalmente estable.

¿Qué pueden aportar los perros en las terapias?

• Motivación: debido a que el perro es un elemento novedoso, divertido y dinamizador.
• Implicación e iniciativa: los pacientes tienden a implicarse más en las actividades que se llevan a cabo con animales, las hacen con más agrado y desean interactuar con ellos, realizando incluso movimientos, expresiones y actividades por propia iniciativa para responder a los reclamos de éstos.
• Atención y concentración: la presencia de un perro generalmente centra y mantiene toda la atención de los pacientes, lo que se puede aprovechar para lograr mejor rendimiento en el trabajo sobre la propia atención u otras áreas, y lo mismo ocurre con la concentración.
• Estimulación sensorial: los perros suponen una inagotable fuente de estimulación multisensorial en su interacción con los seres humanos por su movimiento, su contacto físico, los ruidos que hacen, su temperatura, su olor y su tacto.
• Estimulación cognitiva: la interacción con los perros conlleva un proceso de planificación, estructuración y ejecución.
• Habilidades Sociales: el autocontrol, la paciencia, el respeto, la interacción física y la comunicación se desarrollan de una manera global y práctica con el trato con perros.
• Autonomía: se obtienen muchos beneficios en el desarrollo de la autonomía personal promovido con el trabajo con perros (higiene personal, alimentación, lecto-escritura, etc.)

Todo esto se debe a que el perro tiene un gran poder para implicar e influenciar a las personas. Este poder se debe a dos aspectos:

a) Su poder de atracción. El perro es interesante y atractivo porque:

• Suscita emociones
• Es un estímulo prototípico fácil de percibir
• Comparte con nosotros semejanzas y diferencia.

b) Su campo de expresión. Los perros permiten un amplio campo de expresión porque:

• Es una relación asimétrica
• Posee múltiples canales de comunicación
• Propone contenidos comunicativos fácilmente transmisibles
• No tiene en cuenta las limitaciones sociales

A partir de estos aportes es más rápido y sencillo conseguir los objetivos terapéuticos hasta con pacientes muy resistentes a otro tipo de intervención.

Una razón más para seguir adorando a estos «peluditos» de cuatro patas.

Raquel Escobar Sáez

Psicóloga Colegiada M-32149

Responsable de Programas y Talleres de Equidae