Padres "quitanieves", los riesgos de la sobreprotección.

Para mi tercera entrada al #blogdeequidae quería hablaros sobre la sobreprotección infantil.

Para abrir boca, os dejo el siguiente vídeo que invita a la reflexión sobre el tema si me prometéis volver de nuevo al blog:

Los tiempos han cambiado y los patrones educativos no iban a ser menos.

Si echáis la vista atrás, papás y mamás, seguro que hablando con amigos de vuestra quinta sale algún comentario del tipo: “si antes jugábamos solos en la calle y no pasaba nada” (y ahora hasta los 15 años no dejamos a los niños ir a comprar el pan solos) o “antes jugábamos a hacer batallas de piedras o a tirarnos en patinete por un terraplén en el pueblo (sin casco, claro)” (y ahora los parques infantiles están forrados de una alfombra de un material acolchado que nunca recuerdo su nombre). Yo aún recuerdo como en mi colegio al principio había columpios de hierro (ahora son de plástico) y fueron desapareciendo uno a uno a medida que los niños se iban cayendo y siendo llevados a enfermería. En cuanto alguien se caía y se hacía daño encima se llevaba una colleja porque ese columpio ya no iba a estar el próximo día (ah, no, que eso hubiera sido en el tiempo de mis padres…).

Bajo mi humilde punto de vista, nos hemos pasado de frenada. Estoy de acuerdo con que antaño los permisos paternos rozaban en algunas ocasiones la negligencia (aunque era lo que se estilaba, otra muestra en versión adulta era ir 6 personas en un seiscientos: 2 adultos, 3 niños, un bebé y el perro, sin cinturón de seguridad (el perro tampoco) Madrid-Málaga haciendo contrapeso en las curvas del puerto de Despeñaperros) y que los peligros que existen hoy en día no existían antes, por ejemplo, la calle ahora es mucho más peligrosa que antes. Pero igualmente, y sin quitarle la razón a los padres de la existencia real de los peligros potenciales que acechan a los niños, la sobreprotección nunca es una buena solución.

La sobreprotección es un error educativo que esconde las propias inseguridades de los padres.

Evidentemente ningún padre o madre quiere que le pase nada malo a sus hijos y la forma más efectiva de que no les ocurra es evitar que se enfrenten a nada, en la urna de cristal van a estar súper protegidos y es cierto, ahí es imposible que ni se cojan un mísero constipado (la urna también está esterilizada y a prueba de cualquier germen).

Ahora, mi pregunta es la siguiente: ¿hasta cuándo les vamos a poder tener ahí metidos?, y cuándo ya no quepan y tengan que salir al “mundo real”, ¿qué va a ser de ellos?, cuando los peligros que con tanto ahínco les hemos evitado sigan existiendo, pero además esos niños no cuenten con recursos para afrontarlos porque desde sus urnas no han podido tener acceso a ese aprendizaje, ¿cómo pensáis que van a ser esos futuros jóvenes y adultos?

Mi intención no es agobiaros, papás y mamás, porque sé que vencer los propios miedos y permitirles crecer o reconocer nuestros patrones sobreprotectores no es tarea fácil.

La finalidad de este post es despertar la conciencia y animaros a ir hacia un patrón educativo más sano y equilibrado, ni negligentes-hiperpermisivos ni sobreprotectores, mucho mejor ser PROTECTORES ==> padres y madres que primero explican las consecuencias de los actos y alertan de peligros reales, después enseñan cómo cuidarse de ellos y, en tercer lugar, permiten explorar, permiten equivocarse y rectificar, permiten fomentar la autonomía, la búsqueda de recursos personales y les alientan a intentar las cosas, en definitiva, creen en ellos.

Espero que os haya gustado y os resulte útil, para terminar, os dejo un poquito de humor…

¡¡FELICES FIESTAS!!

Ana Preysler

Psicóloga colegiada M-23895

Especialista en clínica infanto-juvenil

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