Pensamos en #duelo y un escalofrío envuelve nuestro cuerpo, qué difícil etapa de #cambio, #transición, #frustración, #tristeza, #adaptación; pasar por esta etapa nos paraliza y nos limita nuestra capacidad de acción e interacción.
Cuando escuchamos la palabra “duelo”, lo primero que nos viene a la mente es: ¿Quién se ha muerto? Pues bien, el duelo va mucho más allá; los duelos no solo se viven al perder a alguien cercano. Desde el nacimiento tenemos nuestra primera huella de abandono, que se convierte en nuestro primer duelo; pasamos en un segundo de estar en un sitio seguro, calentito, cuidado, amoroso… para salir al mundo real aprendiendo a respirar, a alimentarnos, y a pedir o demandar lo que necesitamos. ¡Qué difícil!, pero es así como emprendemos la vida que nos traerá muchos duelos en diferentes momentos; cada uno se vivirá de manera diferente, tendrá mayor o menor intensidad y un aprendizaje que te marcará en tu futuro.
Los duelos se dan por razones diversas, como son las rupturas de pareja o amistades, por una enfermedad, por un cambio de casa o de país de residencia, por una decepción, la pérdida de trabajo, la pérdida de un ser querido; en fin, son infinidad de cosas que pueden llevarnos a un duelo; pero todas las pérdidas llevan una reconstrucción.
Vivimos en un mundo en el que estamos inmersos a los cambios, todo está en constante cambio y movimiento, muchos valores se han perdido y otros se hacen desechables. Esto nos hace vivir más duelos a lo largo de nuestra vida.
Generalmente en los duelos vemos muchas fases; una de ellas es la idealización; tendemos a decir que era perfecto: la persona perfecta e intachable, el empleo más maravilloso de tu vida, la mejor o el mejor amigo, la mejor pierna o el mejor brazo, la única y mejor ciudad en mundo y perdemos el contexto de la realidad; posteriormente nos cuestionamos el ¿por qué?, nos planteamos el “no me merezco estar pasando por esta situación“, añoramos locamente nuestra pérdida y nos sumergimos en la tristeza, el desamparo y la soledad; en donde no entra nadie más.
Cada etapa del duelo debemos, abrazarla, vivirla, aceptarla y confrontarla; como todo en esta vida tiene sus cosas buenas y malas.
Un duelo bastante común es cuando dejas tu casa, tu ciudad, tu familia y amigos para emigrar a otra parte del mundo y aunque en su mayoría es un cambio deseado y buscado, te das cuenta que ya no perteneces a tus raíces, tus amigos han cambiado, han seguido su vida y van por diferentes caminos, tu familia también ha cambiado pues ese hueco que dejaste al marcharte se ha ido supliendo por otras cosas o personas y aunque sigas siendo lo más importante para ellos, todo ha cambiado; tu gente se hace mayor, tus sitios; los que frecuentabas, ya no están y cuando eres consciente de esta realidad comienzas a vivir el duelo, esa pérdida de todo lo que añoras ya no está. Y esto se da con miles de migrantes que siempre piensan en una vida y un mundo mejor, dejando atrás sus raíces.
Cuando una persona se hace mayor y comienza a tener más limitaciones los duelos son innumerables; la pérdida de autonomía, en otras ocasiones la pérdida de control, el darte cuenta de quién, y cómo está la gente a tu alrededor; las carencias afectivas, el sentirse inútil, etc. Y porque como sociedad nos apartamos de estas maravillosas personas que nos brindan su cariño, su amor, sus conocimientos, entre muchas otras cosas y dejamos que en ocasiones sientan el duelo de haber perdido lo que más han amado y protegido.
Y así es como el duelo estará presente en miles de ocasiones durante nuestra vida, cada uno será diferente, pero todos ellos te dejarán huella y un gran aprendizaje para tu vida futura.
Las pérdidas son dolorosas y aunque no encontremos respuesta a nuestro por qué; hay que abrazarlas, respirarlas y vivirlas, sabiendo que de esa experiencia saldrás fortalecido.
“El duelo es una transición; cada momento, cada detalle, cada esencia, dejará una huella en tu corazón.”
Te deseo una feliz semana llena de conciencia ante tus pérdidas y duelos.
Paola Porrúa Ocejo
Psicóloga, Neuropsicóloga y Psico oncóloga
Nº de Colegiada: M-21274
Equidae Psicología