Procrastinación, el arte de posponer a un coste elevado.

Antes de empezar a contaros que es esto de la procrastinación (aunque seguramente a muchos ya os suene), tengo que entonar el mea culpa y sacar a pasear mi lado más humano, ese que está debajo de la bata de psicólogo, ya que no haber escrito en el blog desde hace algunos meses, posponiendo infinitas veces este momento de sentarme y escribiros, ha sido un claro ejemplo de ejercicio perfecto de procrastinación, si señores, los psicólogos también tenemos debilidades…

Bueno, dicho esto, me centro…

¿QUÉ SIGNIFICA PROCRASTINAR?

Juan Francisco Díaz Morales, investigador y profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, define procrastinar como acción de posponer el inicio o finalización de tareas que se pueden hacer en un tiempo determinado. Son personas que siempre necesitan ampliar plazos de entrega.

«Todos aplazamos pero no todos somos procrastinadores. Los procrastinadores retrasan de forma recurrente el inicio de las tareas y al hacerlo padecen ansiedad y preocupación», explica el investigador. Ese en el quid de la cuestión, el malestar emocional que implica después, es un alivio inmediato al no hacer frente a lo indeseado, sin embargo, deja un sabor amargo al sentirnos de alguna manera irresponsables.

Cuando la procrastinación se convierte en una habitual en nuestras vidas decimos que se cronifica ya que la implicamos en cualquier área de nuestra vida: laboral, gestiones personales, incluso ocio o tareas de menor importancia (ir a echar una carta al buzón).

En 2007 Díaz Morales y Joseph R. Ferrari de la Universidad DePaul en Chicago publicaron un análisis sobre el fenómeno de la procrastinación en la revista internacional “Journal of cross-cultural Psychology”. La muestra fue amplia: 582 hombres y 765 mujeres de diferentes países (España, Australia, EE.UU., Perú, Venezuela y Reino Unido) y los datos obtenidos fueron los siguientes: entre el 13% y el 15% de la población procrastinaba de forma habitual.

SI nos centramos en el ámbito académico, esta cifra se dispara hasta un 60%. Alumnos que con frecuencia dejan hasta el último momento la entrega de sus trabajos o sentarse a estudiar un examen. En universidades extranjeras existen departamentos de orientación que ayudan a los alumnos a combatir esta problemática.

En España no existe tal tradición, una lástima ya que el problema se arrastra a la edad adulta y al ámbito laboral. Un estudio que se llevó a cabo por Internet y de la mano también de Joseph R. Ferrari con una muestra de 22.000 sujetos concluyó que los procrastinadores tienen sueldos más bajos y sufren una mayor tasa de desempleo tras el período universitario.

¿POR QUÉ PROCRASTINAMOS?

Díaz Morales también define en sus estudios 3 estilos de procrastinación, es decir, 3 motivaciones para llevar a cabo el aplazamiento reiterativo de tareas:

  1. Por miedo al fracaso => el motor que impulsa este estilo es el mecanismo de defensa de la evitación, creo que me puede salir mal o no se muy bien cómo abordarlo, entonces lo voy posponiendo.
  2. La procrastinación como aliciente => trabajo bajo presión. Siento que me sobra tiempo para afrontar la actividad.
  3. Indecisión => ¿cómo afronto la tarea?

La buena noticia es que tiene solución. Os lo cuento en el post de la semana que viene.

Ana S. Preysler

Psicóloga colegiada M-23895

Especialista en Psicología Infanto-Juvenil

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